
Andaba yo leyendo un artículo de Pérez Reverte, «Mujeres con tacones rotos» cuando me encontré un error de concordancia. Así, por las buenas, en el primer párrafo:
…están en su lugar acostumbrado, intentando sacarle algo a los turistas.
Pues sí. Pillé al experimentado periodista, afamado escritor y eximio académico comentiendo un error de principiante. Y es que el pronombre LE debería estar en plural. Porque LES se refiere al sustantivo turistas y debe concordar con él.
La verdad es que en la lengua oral es un error muy común. También que no es admisible en la más cuidada lengua escrita. Y que seguramente es una errata y no un problema gramatical del autor. Pero me sirve para ejemplificar uno de los problemas de concordancia más típicos del castellano.
Las clases de Lengua Española que pueblan todo nuestro sistema educativo insisten en que conozcamos ciertos conceptos y que apliquemos con soltura reglas gramaticales precisamente para eso: poder entender nuestro propio idioma y manejarlo con soltura. Aquí se ve cómo necesito apelar a la concordancia para explicar el error de Pérez Reverte. Es obvio que para otras cuestiones más peliagudas hay que echar mano de otros términos o procedimientos más complicados.
Un poco de gramática
En principio, la concordancia (o flexión) es un fenómeno gramatical que consiste en la coincidencia de accidentes (o variaciones) entre dos o más palabras variables. Así, por ejemplo, nombre y adjetivo pueden concordar en género (masculino/femenino) o en número (singular/plural): libro nuevo, ventanas rotas.
Continuar leyendo