
Ha pasado una semana desde la fecha fatídica del día once y su efecto aniversario. Otras veces necesité este tiempo para volver a una rutina que ahora, sin embargo, es imposible. Se ha decretado el estado de alarma por el coronavirus. Estamos recluidos en nuestros domicilios. Nada ayuda a volver a la realidad si se ha roto para todos.
Los idus de marzo no nos fueron propicios en 2004, tampoco este año. Oigo que lo peor está por llegar y me alarmo en exceso, esa es mi secuela, la de agobiarme enseguida. Me impongo ejercicios físicos, mantengo los horarios y actividades que puedo hacer en casa, leo, escribo, coso, cocino, veo series o pelis, me muevo por las redes sociales… No me cunde el tiempo. Parece que va a dar para todo y se me ha pasado media mañana. ¿Hasta recluida en mi casa voy a seguir estando estresada? Nada calma del todo mi ansiedad. Dar paseos, que me ayudaba mucho, está prohibido. Debería volver a la meditación/relajación. ¿Por qué no ahora mismo? Respiro hondo.
Me planteo hacer algo por los demás, como los sanitarios están peleando por todos. Y solo se me ocurre crear vídeos de ayuda didáctica en mi asignatura. Tengo algunos planeados, pero los llevo posponiendo meses, porque no me alcanza la técnica para algo de calidad. Ahora pienso que en esta situación de cuarentena debería bajar mis expectativas de montaje y medios. Algo sencillo sería suficiente para para verificar si sirven para algo. Y para probarme a mí misma.
Nada de lo que escribo, aquí o en otros lugares, me convence. Me muevo entre sensaciones de inconsistencia, ganas de recuperar el equilibrio y la impresión de que cualquier cosa ajena a los enfermos y fallecidos es una frivolidad imperdonable. Han pasado más de dos semanas desde que estuvimos en Asturias y seguimos asintomáticos, con lo que está claro que allí ni infectamos ni nos infectaron. Tampoco parece que pasara nada con el dichoso virus en Irlanda del Norte, aunque aún deberíamos esperar dos días para alcanzar la quincena de la que hablan los expertos. Esa es nuestra única aportación a bajar la curva de infecciones. Y quedarnos en casa.
¿Cuántos días llevamos de reclusión? Me duele la cabeza si intento recordarlo, el ruido de una aspiradora lejana me va a volver tarumba, no escribo más. Nos seguimos leyendo. Ánimo a todos.