
“NINA”, O EL VÉRTIGO DEL ESPEJO ROTO
El pasado martes 12 de julio tuve el placer y el honor de poder presentar una gran novela de una gran autora la Semana Negra, cuyo título lleva nombre de mujer: Nina. Marisol Pérez Urbano, su autora, ya pasó por este certamen hace tres años para presentar su anterior libro.
A grandes rasgos y con cuidado de no estropear la lectura con spoilers involuntarios, podemos decir que Nina cuenta cómo en una zona tranquila del sur de Madrid, un desagradable, truculento y misterioso suceso sacude un barrio residencial el fin de semana del 1 de noviembre, fecha de los difuntos. Tanto la narradora, como sus vecinos se ven inmersos en una investigación paralela a la policial que deparará a personajes y lectores alguna que otra sorpresa. En esta trama, la autora, usando con destreza la técnica narrativa que se sirve de estructuras similares a las matrioskas, nos va alumbrando otra historia no menos interesante que nos sumerge en los momentos históricos de la transición española en los mediados setenta del pasado siglo.
Con respecto a su autora, Marisol Pérez Urbano, que ya nos deslumbró a propios y extraños con su fantástica Dinos dónde estás y vamos a buscarte, de la que también hablaremos, me apetece y veo oportuno apuntar que es una profesora de Lengua Castellana y Literatura, en la Enseñanza Secundaria, que ya pasó al estado de la alegría y, con gran fortuna para sus fanáticas lectoras y lectores, nos regala sus letras y su tiempo.
En Nina, Marisol no se deja llevar por la tentación de la narración de lectura fácil, lineal, directa y sin alteraciones que despisten a un lectorado poco avezado a literatura más hermética y, sin embargo, logra una novela asequible a este potencial público, debido a su capacidad de equilibrio continuo entre la tensión del misterio y las píldoras de avances en la trama que nos deja un dulce sabor en cada página. Pero la novela también deja llena de satisfacción a la persona lectora exigente y habituada a técnicas que la obliguen a implicarse en el trabajo de reestructurar la historia y meditar sobre ella, debido a la multiplicidad de narradores, con dos cabezas principales que son Sofía y Nina, la narradora en segunda persona que supone no solo una falsa primera persona alejada de la realidad que describe, sino la introducción de un destinatario literario que dota a la novela de cierto lirismo, reforzado en muchos casos en fantásticos y memorables pasajes: «Toda la vida fue ya, maldita suerte, maldita muerte, sin ti» o «Me resisto a dejarte ahí, lejos, en el tiempo remoto del pasado que una vez compartimos y ahora parece un sueño. O pesadilla».
Nina es, al mismo tiempo, una novela de misterio, pero también de vértigo, así como de Historia de España y, sobre todo, de mujeres. Sus protagonistas hablan con la voz de las mujeres, desde su posición oprimida y sin miramiento alguno para denunciar esa condición transversal a todos los estratos sociales que varía a lo largo de la Historia, pero que mantiene su esencia.
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